20171125

Monólogos de farándula


Foto de Suso Fernández
Cuando asistimos al despliegue de medios que merece la playa de las Catedrales ante sus 700.000 visitantes anuales podemos comprender la preocupación por la gallina de los huevos de oro y deducir cuál es la mentalidad que lleva a su explotación masiva y “ordenada” aunque sólo sea en un plan. Pero cada vez se nos está quedando más pequeño el razonamiento del “regalo para Ribadeo” prometido por el alcalde en 2015 con el hotel privado de la Isla Pancha. Ya nos perdimos con tanta Navidad anticipada, y no le vemos el chiste a esta expropiación pública, ni el beneficio para Ribadeo -económico o de cualquier otro tipo- cuando sólo acceden a ella un par de inquilinos en alguna fecha señalada recogida por los periódicos, y más aún cuando el que hace caja de esa calderilla es un particular.
Ya entendemos por qué aquí no hace falta un plan, ni preocupación de ningún tipo, ni siquiera exigir un informe medioambiental para conceder una licencia que es competencia del Concello. Quizás por ello no se contesta al Defensor del Pueblo, y quizás por ello nuestro alcalde parezca estar viviendo -sólo en lo que concierne a la isla Pancha- la historia del increíble hombre menguante, como si ahora tocase encogerse y borrar en un limbo brumoso todo lo que la concierne.
Es cierto que, aparte de lo ridículo y estrambótico del proyecto-minucia ribadense, es imposible dar palmas y estar orgulloso de algo que fracasa en toda España. No hace mucho un periódico de tirada nacional publicaba un artículo detallando, faro por faro, el naufragio del proyecto “Faros de España” del Ministerio de Fomento. Efectivamente, nuestra maqueta inacabada es el único que consiguió abrir, y aún no sabemos cómo ni por qué. A su vez, en “Por nuestro faro” tenemos constancia de protestas vecinales que no quieren vender ni alquilar su patrimonio, ciudadanos de otras regiones que aún el pasado lunes desde Canarias se pusieron en contacto con nosotros porque rechazan no sólo el robo de un bien común para un uso particular y desnaturalizado sino el descalabro medioambiental y paisajístico que eso supone.
Este fracaso reconocido por la prensa a nivel nacional y con las carencias legales subrayadas por el Defensor en el caso del nuestro, parece haber sumido en un limbo letárgico la actividad del hotelito de la isla Pancha. A pesar de los correos enviados al Concello, y a falta permanente de respuesta, todas las preguntas en torno al misterio que lo rodea siguen en el aire: ¿está realmente abierto el hotel o se abre sólo en las ocasiones especiales? ¿Se levantó el precinto o se lo llevó el vendaval? ¿se cumplen ahora las normas que impuso el Concello o no se han desplazado para comprobarlo? ¿Y las que no impuso el Concello a la hora de dar la licencia -pero denunció dos veces el Defensor del Pueblo- se van a cumplir algún día?
No tenemos prisa. No nos impresionan los monólogos prefabricados, ni la farádula flor de un día. La información es la respuesta. Y, como sabemos todos, las respuestas las tiene la verdad y, si tuviera voz, también el pueblo.
Covadonga Suárez, colectivo “Por nuestro faro”

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